GR 249. Etapa 30: Estepona – Marbella
Con un trazado que recorre todo el litoral entre estas dos localidades, la senda discurre en paralelo a la línea de costa a través de la arena de sus playas, paseos marítimos y puertos deportivos, siempre con la compañía de la suave brisa del Mediterráneo
Es ésta una etapa prácticamente llana con ascensos y descensos de nula dificultad que transita a nivel del mar con dirección este, o ligeramente nordeste, entre las poblaciones de Estepona y Marbella.
Comienza en la zona oriental del Paseo Marítimo de Estepona pero enseguida se interna en el litoral marítimo para recorrer los primeros 17 kilómetros por las playas y dunas de la Costa del Sol Occidental, con breves desvíos por los acerados de algunas urbanizaciones.
Normalmente el recorrido por esta primera parte se realiza por arena, aunque hay tramos de cantos rodados e incluso dunas fósiles. Hay que cruzar numerosos cursos de agua, algunos de cierta envergadura que pueden incluso impedir el paso al viajero durante las épocas de lluvia.
Los restantes 10 kilómetros se camina por los Paseos Marítimos de San Pedro y Marbella, unas veces enlosados, otras con pasarelas de madera y las demás con albero o piso de tierra. Siempre, eso sí, con al menos uno de sus laterales ajardinado. El cruce de los ríos, mucho menos numerosos en esta segunda parte, está asegurado mediante puentes, algunos de muy bella factura.
Lo mejor
Es de destacar la oportunidad que se tiene mediante este recorrido de conocer los entresijos del desarrollo urbanístico de la Costa del Sol Occidental, ligado intrínsecamente al turismo en sus más variadas facetas. En no pocas ocasiones el dominio público marítimo terrestre adquiere dimensiones irrisorias, en otras la playa puede ser considerada meramente urbana, pero a ratos el senderista se verá recompensado por parajes de singular belleza y retazos de la naturaleza que fue.
Así, la costa ha corrido diversa suerte según el momento histórico en que se acometió su urbanización, quedando en general el medio natural originario relegado a unos pocos metros.
En algunos puntos del litoral esteponero, no obstante, es factible todavía localizar cordones dunares supervivientes, en especial en la Playa del Saladillo y Matas Verdes. Incluso es posible retrotraerse a los antiguos usos costeros mediante la anacrónica observación de algunos huertos todavía en producción a escasos metros de la orilla del mar o los barcos y artes de pesca tradicionales instalados en taludes elevados sobre la playa.
Pero son sin duda la red de torres atalayas y almenaras medievales, a veces muy diferentes unas de otras, y las numerosas desembocaduras de los ríos bermejenses las que dinamizan el largo recorrido por el litoral malagueño, mundialmente famoso pero también un gran desconocido desde el punto de vista de sus valores patrimoniales y ambientales.
Acantilados costeros y playas estrechas de cantos rodados
El Arroyo de la Cala ha sido un acompañante asiduo de la Gran Senda en la etapa anterior y es el que marca precisamente el punto de inicio. Se recorren menos de 500 metros de paseo marítimo cuando el sendero se dirige hacia la arena y una zona de acantilados. La proximidad a Estepona hace posible prever cómo están afectando las mareas y el oleaje a esta parte un tanto conflictiva en ocasiones. El talud que constriñe la minúscula playa de cantos rodados es de arcilla y bastante alto, y además la franja por la que es posible transitar cada vez se estrecha más. En circunstancias normales no hay problemas para pasar, pero se deja a criterio del usuario volver sobre sus pasos y buscar un acerado que va sobre el cortado, por medio de un jardín, si la situación lo requiere. Las compactas arcillas, de verdoso color, están también en el suelo y resultan sumamente resbalosas al ser salpicadas por las olas.
Al franquear la Punta de los Mármoles se llega a una pequeña playa, la Bahía de la Plata (donde desemboca un arroyo) que está delimitada también por cantiles terrosos y que da paso a una nueva estrechez, provocada esta vez por algunas viviendas literalmente metidas en el mar. La Playa de Punta Plata no es de gran calidad, por sus dimensiones y la preponderancia de los cantos rodados, pero es un excelente lugar donde avistar vuelvepiedras, correlimos, andarríos y otros limícolas junto a las bandadas de gaviotas descansando o aseando el plumaje en las aguas dulces de las desembocaduras.
Como curiosidad, es muy fácil saber por dónde va la tubería de aguas residuales puesto que en algunos tramos la zanja se ha abierto sobre las endurecidas arcillas que aparecen en el suelo y han sido rellenadas con piedras y arena formando una canal entre las blancas arquetas elevadas.
Las desembocaduras de los ríos bermejenses y las torres almenaras
Se llega así en el kilómetro 3 a una zona de playas mucho más anchas consecuencia entre otras cosas de los numerosos ríos que desembocan en ellas. El primero es el Padrón o Paredón, caracterizado por sus cañaverales y carrizales. Si hay un lugar paradigmático de la costa y sus contrastes es éste. Justo al lado de un hotel de lujo, en cuyos jardines se sitúa la primera atalaya árabe, es posible encontrar uno de los huertos esteponeros a pie de playa, protegido de la brisa marina por bardos de cañas y vegetación autóctona. Aparecen además los primeros ejemplares de plantas adaptadas a las dunas con un cartel indicativo de su interés comunitario, con el epíteto científico de céspedes de malcomietalia en referencia al alhelí de mar (Malcolmia littorea), una de las especies más conspicuas y coloridas.
Enseguida aparece el Río del Castor, muy similar al anterior, dando nombre a una nueva Punta, y el Río Velerín (km 5.2), con una vegetación algo más diversa pero pozas no tan profundas y menor caudal. En sus proximidades, sobre un promontorio, la Torre del Velerín. Está algo peor conservada que la del Padrón pero es bastante más accesible y se sitúa al lado de un bosquete de pinos. Los elementos constructivos utiliza- dos son evidentes: piedras de muy desigual procedencia debido a la diversidad de entornos geológicos por los que pasan los ríos, unidas por mortero de arena y cal. Para los remates se usaron ladrillos cerámicos (por eso aún resisten la bóveda y los arcos de las puertas ventanas) y, a veces, piedras de arenisca talladas, sobre todo para los soportes de los matacanes que en este caso concreto no se conservan. Las torres estaban enlucidas, y algunas conservan trazos del mortero en las caras que dan al norte. Son visibles también los cimientos y el arranque de unos muros de época que delimitan una estancia anexa a la atalaya. Las otras torres de similar factura suelen ser, como ésta, de construcción cristiana a comienzos del siglo XVI.
Después de la almenara es posible ver algunas barcas pesqueras tradicionales con los tornos utilizados para arrastrarlas hasta lugares protegidos del oleaje y a continuación un curioso talud de arcilla ligeramente tumbado y con una visera endurecida superior que cobija algunas plantas interesantes.
Cuando se pasa el Arroyo de las Cañas (km 6.5) se llega a la Punta del Guadalmansa, tras un recodo muy evidente, y es aquí donde hay que buscar una torre almenara que se aparta del modelo constructivo más usual, el troncocónico. La Torre del Guadalmansa o Desmochada es de mayores dimensiones, dos pisos en sus 14 metros de altura, cuadrangular y de origen más antiguo. Se sabe que fue construida en el siglo X, durante el periodo de Al Andalus, pero es posible que se utilizara un emplazamiento anterior como parece constatar el yacimiento romano que se encuentra a sus pies, dentro de la zona ajardinada de una urbanización. Destacan de la Torre de Guadalmansa sus dimensiones, los sillares de arenisca utilizados en las esquinas y las arcadas y un par de motivos esgrafiados entre los que se encuentra una cruz de Jerusalén enmarcada en un círculo.
La Playa y Dunas del Saladillo
La desembocadura del Guadalmansa queda bastante cerca, siendo la primera realmente de grandes dimensiones. El charco final tiene varios centenares de metros de largo y es muy ancho. La gran extensión de la lámina de agua propicia que sea aquí más fácil observar la presencia de anátidas, a refugio entre las dos filas de Matacán y Cruz de la Torre de Guadalmansa vegetación de ribera con cañas, carrizos, tarajes y el denso tapiz de espadañas de su margen derecha.
El mejor sitio para contemplar la flora y la fauna de los cordones dunares costasoleños comienza aquí. Para ello hay que abandonar las arenas sometidas a la influencia de las mareas y dirigirse a los promontorios al norte. Medran aquí los últimos vestigios de la vegetación predominante antaño, aunque también a lo largo de la primera parte del recorrido, aquí y allá, se ven azucenas, amapolas, barrones y cardos de mar. En la Punta del Saladillo, recorridos ya 9 kilómetros, hay abundantes carretones de mar (Ononis ramosissima) y la olorosa siempreviva (Helychrysum stoechas) coronando las dunas y aparecen también los enhiestos tallos florales de los gordolobos y algunos hinojos marinos.
En todo este trayecto merece la pena buscar la larga lista de especies ligadas a estos medios arenosos, llegando hasta pocos metros del agua. Es rara la estación del año en que no se encuentre alguna de ellas en flor, incluso en las épocas más desfavorables, en pleno agosto, como hace la azucena de mar.
El Arroyo Taraje está un poco más adelante y es bastante interesante dada su localización entre las dunas, dando paso a la Torre del Saladillo, similar a las anteriores pero situada en una rotonda asfaltada. En el Arroyo del Saladillo, muy parecido en la estructura de su vegetación al anterior, se sitúa una Estación de Bombeo de Aguas Residuales, y al poco otra más en la desembocadura del Arroyo de Dos Hermanas, que cobija algunos buenos ejemplares de álamos.
Algo más adelante, después de unos cuantos pinos piñoneros de formas caprichosas por el embate del viento, hay un nuevo cordón dunar, Matas Verdes o Casasola. Está separado del último de los bosques litorales de Estepona por una empalizada de madera que impide el paso a un pinar bajo el que se desarrollan ejemplares de alcornoques. En los claros prospera un denso matorral de lentiscos, palmitos, sabinas moras, bayón, jerguen y espino negro. La fauna, aunque esquiva, suele dejar rastros delatores de su paso, como los cagarruteros de los conejos, los túneles de las avispas terrizas o las huellas de los escarabajos sobre la arena.
Un cartel indica al visitante que en los fondos marinos anexos se encuentra la segunda población de posidonia de la etapa, protegida también mediante un LIC.
La Torre de Baños o de Casasola es el siguiente hito. Inaccesible a causa de una valla, es la más espigada de esta parte del litoral, cuenta con dos pisos dividiendo sus 15 metros de altura y aunque es de origen musulmán (siglo XIV) tuvo que ser afianzada dos siglos más tarde mediante un revellín troncocónico a causa de su esbeltez. Es la única que tiene una planta de herradura, puesto que su pared norte es totalmente plana. Esta atalaya da paso al río que marca la transición, después de un nuevo bombeo en el kilómetro 14, al término municipal de Marbella, el Guadalmina.
Los Paseos Marítimos de San Pedro y Marbella
El inusitado campo de golf, anexo a un hotel, cuyo césped contacta literalmente con la arena de la playa, da paso a la Torre de las Bóvedas. Excepcionalmente conservada pero muy similar a las anteriores de forma troncocónica, se enclava en un conjunto arqueológico de primer orden y muy cuidado. Las Termas Romanas de las Bóvedas se encuentran al lado solo que con una alambrada perimetral, por lo que su visita no es posible sin ser concertada.
El edificio de las termas data de principios del milenio pasado, se estructura alrededor de un patio central octogonal y está rodeado por siete habitaciones también octogonales, las famosas bóvedas. Todo el edificio estaba cubierto con placas de mármol rosado y, aún con los muros de mampostería al desnudo, sorprende por su buen estado de conservación.
Las sorpresas alrededor de la desembocadura del Arroyo del Chopo en el kilómetro 17 no acaban aquí, porque enseguida una concentración de barcas tradicionales y unos tornos de arrastre situados sobre un altozano indican el sitio en el que hay que buscar una especie de poblado de pescadores bajo unos eucaliptos. A sus espaldas, la Basílica Paleocristiana de Vega del Mar, también protegida por un cercado pero a la suficiente distancia como para poder contemplar las estancias principales. Uno de los valores más reconocibles es su pila bautismal con forma de pez, construida con mortero.
El Río Guadaiza se cruza ya en pleno Paseo Marítimo de San Pedro de Alcántara, que se continúa con el de Marbella hasta el final. Uno de los aspectos que van a dinamizar el largo trayecto por esta infraestructura es la hete- rogeneidad de su diseño. El piso puede estar enlosado o empedrado, ser de piedra natural, de albero o de madera. Unas veces se tendrá a la derecha una cerca protectora, otras barandas de diferentes hechuras, malecones en ciertos lugares, espigones de piedra en otros. En todos los casos, en fin, son comunes las zonas ajardinadas, mostrando la misma variedad de estilos, mientras que las urbanizaciones y casas guardan distancias a la playa bien distintas pero en general dejan franjas de terreno bastante anchas para el tránsito por el sendero o el solaz en las sucesivas playas.
Así, los espigones y calas de la Playa de Nueva Andalucía dejan paso a la Punta del Duque con su famoso Puerto Banús. Justo antes, en unos jardines privados, es posible localizar la cuadrangular Torre del Duque, de factura musulmana. Debe su nombre al Duque de Cádiz y Arcos, Don Rodrigo Ponce de León, uno de los valedores de los Reyes Católicos en la conquista de Al Andalus. Si una imagen debe quedar grabada en la retina del usuario del GR-249 como compendio de los que es en la actualidad la Costa del Sol es el contraste entre los valores patrimoniales del tramo de costa libre que se ha dejado atrás y el Puerto José Banús, con sus tiendas exclusivas, flamantes coches y embarcaciones de lujo. Merece la pena detenerse a contemplar los yates, de dimensiones y aspecto a veces desaforados, contemplando las grandes lisas nadando mansamente por las aceitosas aguas. Esto ocurre en el kilómetro 21.5 del trayecto.
La desembocadura del Río Verde es, a se- mejanza de las del Guadalmansa o Guadalmina, bastante amplia y con una gran lámina de agua de cierta profundidad. Pero se diferencia de los anteriores en que dispone de un majestuoso puente peatonal de madera y metal. Son bastante fáciles de ver las anátidas, silvestres o domésticas, muy acostumbradas al incesante trasiego de transeúntes paseando o haciendo ejercicio. Nada más cruzarlo se puede buscar entre los chalets de la margen izquierda un solar no demasiado distante de la playa donde se localiza la Villa Romana de Río Verde, un yacimiento muy relevante. Una valla impide el paso, pero aún así se puede ver alguno de los mosaicos con motivos animales o escenas y figuras de la mitología clásica.
La última torre almenara del día es un tanto difícil de localizar porque está a mayor altura sobre la playa que las demás, en la Punta de Nabules. Se trata de la Torre de Ancón, de dimensiones y estructura ya familiares para la Gran Senda de Málaga, en el kilómetro 24. Las dimensiones del promontorio que le sirve de base se deben entre otras cosas a que, por primera vez en la etapa, la costa es totalmente rocosa aunque muy plana, lo que supone un buen asiento frente al de otros terrenos más proclives a la erosión.
Lo que resta es recorrer un gran trozo de paseo marítimo con albero y equipamientos biosaludables, pasar el Arroyo de Nagüeles, dejar a la derecha el bonito pinar en la Playa de Casablanca y finalizar el recorrido en la desembocadura del Arroyo Guadalpín, un compañero de viaje que espera la visita en la siguiente etapa.
Inicio de la Etapa:
Acceso al Punto de Inicio: La Autovía del Mediterráneo A-7 y la Autopista de Peaje AP-7. La larga Avenida del Litoral que da acceso a Estepona sigue el trazado de la antigua Nacional 340, el acceso oriental de la ciudad, y es la que lleva al punto de inicio.
Punto de Inicio: Paseo Marítimo de Estepona, en el extremo este de la Playa de la Cala, justo encima del puentecito de madera construido sobre el Arroyo del mismo nombre.
Para disfrutar de la senda sin peligros: En la primera parte, nada más empezar a andar por la playa, el sendero va por una zona de acantilados de arcilla. Con la marea alta puede llegar el agua hasta el mismo pie del cantil y hay un punto conflictivo justo al final de este. Merece la pena consultar el horario de mareas y, en caso de fuerte oleaje, tomar un paseo acerado que hay justo por encima del talud. Además, el terreno arcilloso pero sumamente duro resbala bastante cuando se moja. Cuidado con las caídas a causa de la arcilla húmeda.
Hay otras zonas donde el trozo de arena para pasar se reduce al mínimo, pero en general no representarán un grave problema.
La otra complicación es el vado de los nu- merosos ríos, en especial el Guadalmansa y el Guadalmina. Como no hay puentes habilitados para el tránsito peatonal, conviene buscar uno para los vehículos si los cauces vienen crecidos, que en estos dos casos están muy alejados de la costa. En los demás ríos, anteriores a estos dos, el cruce es menos complicado y los puentes de las carreteras están más cercanos.
Cuidado con el sol, que normalmente se tiene directamente delante o justo detrás, dada la dirección de la senda. Es muy recomendable usar protección solar y sombrero.
Finalización de la Etapa:
Acceso al punto de finalización: La A-7 y la AP-7. La Avenida principal de Marbella es el enlace perfecto, tomando como referencia la rotonda del Bulevar Príncipe Alfonso de Hohenlohe.
Punto de finalización: En el Paseo Marítimo de Marbella, la desembocadura del Arroyo Guadalpín, muy cerca del Palacio de Congresos en el centro de la ciudad.
Alternativas:
Posibles escapes: La Autovía del Mediterráneo o la antigua N-340 siempre están hacia el interior, al norte, y no demasiado lejos. Hay numerosas calles transversales que llevan a estas dos vías principales por las que circulan líneas de autobuses en ambas direcciones.
Punto de no retorno: El Guadalmina puede tomarse como punto medio del trayecto, y por tanto a partir de ahí merece la pena seguir adelante.
Enlaces a otros senderos y Vías Pecuarias: No hay ningún Sendero de Pequeño Recorrido que enlace directamente con el GR-249, pero sí el GR-92, que comparte trazado y dirección.
Los Paseos Marítimos de Estepona y Marbella, como infraestructuras peatonales y de ocio, son la propuesta para progresar cuando coinciden con el sendero, pero es perfectamente factible realizar casi todo el recorrido por la arena de la playa.
Nº | Punto de paso | Ref. UTM / altura | Distancias parciales |
---|---|---|---|
1 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
0 m |
2 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
3050 m |
3 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
1250 m |
4 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
1050 m |
5 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
2300 m |
6 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
820 m |
7 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
1700 m |
8 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
1880 m |
9 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
950 m |
10 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
870 m |
11 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
1480 m |
12 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
950 m |
13 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
2150 m |
14 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
2500 m |
15 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
1300 m |
16 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
1550 m |
17 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
800 m |
18 | Ruta Mudéjar (Salares) | 30S
x=36.8542807 y=-4.02452919999996 |
2550 m |